domingo, 17 de marzo de 2013

Inseguridad

Uno ya no puede estar tranquilo ni en su propia casa. Se levanta por la mañana para descubrir que fue víctima de un robo. El monstruo come medias atacó de nuevo. Una media a rayas, otra naranja y una de fútbol han quedado huérfanas de hermana. Y uno tiene que hacer malabares para encontrar dos medias iguales. O trata de disimular bajo un pantalón largo, una media que le llega hasta el tobillo y la otra que va hasta la rodilla.
Pero si fuera solo el monstruo come medias vaya y pase. El tema es que cuando uno va a la cocina descubre que los duendes desorganizadores escondieron la yerba en otro lado. Buscándola es que encuentra una feta de jamón fuera de la heladera y la mermelada en el cajón de las verduras. Y al tratar de hacerse unas tostadas, advierte que los enanos brujos han hechizado al pan, que ahora está duro como lápida. Al tratar de cortar una rebanada se encuentra que los gnomos lubriqueros aceitaron el mango del cuchillo. Para peor las ninfas castradoras se pasaron toda la noche afilándolo. El cuchillo se resbala y la sangre empieza a brotar del dedo gordo. Corriendo uno va al baño para descubrir que las murcilitas han hecho una orgía con el botiquín.
Desesperado quiere salir a la calle. Huir de tantos peligros para refugiarse en la vía publica. Pero la puerta no abre. Me tienen de rehén en mi propia casa. Porque entre todos complotaron y me escondieron las llaves.